Estaban las dos mujeres colgadas de una cuerda, cada lado de la cuerda era sostenida por cada una de las manos de su captor
- “¡Suéltame!” - Grité con todas mis fuerzas
- Eso depende de ti…
Observé como la cuerda en realidad no estaba atada a las manos del verdugo, él simplemente sostenía la cuerda…
Esta se deslizaba suavemente por las manos de él, y llegaba hasta mis pies… Estaba yo en medio de las dos mujeres, y si corría a una de las dos, la otra moriría.
Mi madre se encontraba atada desde su cuello a mi pie izquierdo, mi mejor amiga se encontraba atada a mi pie derecho, colgando de aquel precipicio…
Yo estaba petrificado…
- “Ja ja ja, vamos, ¿a quién vas a salvar? Vamos, ¡decide! ¿No eres un héroe?”
Yo no sabía qué hacer… Las lágrimas recorrían mi rostro silenciosamente mientras caían al suelo…
De pronto, subí la cabeza, para ver el rostro de mi madre que con lágrimas en los ojos me decía algo, algo que no alcancé a escuchar por la distancia, pero que leí en sus labios…
- “Debes vivir…”
Con su mirada tierna, miró a mi amiga, ella asintió. Sin que yo pudiera hacer algo, mi amiga cortó la cuerda y cayó al vacío y mi madre se abalanzó sobre mi captor…
Salí corriendo lo más rápido que pude y escuché sus gritos en la distancia, corrí sin mirar atrás…
-
“Felipe, ¡Felipe!” ¿Estás bien?
-
Desperté exaltado, estábamos en el bosque, habíamos decidido descansar antes de entrar con Pablo a sus dominios, yo me encontraba bañado en sudor…
-
Sí, estoy bien Ana, no te preocupes…
“Solo es la misma pesadilla de cada noche…” Pensé…