Durante su camino, Diana no había encontrado problemas, solo sentía una fuerza poderosa llamándola, aunque aún sin saber a qué se enfrentaba, ella continuaba, ya que se caracterizaba por su obstinación y voluntad inquebrantable, cosas que la hacían una gran maga…
Por su raza, prefería andar con una túnica de color azul de cuerpo entero, con una capucha que cubría su cabeza, de esta manera ocultaba sus rasgos que la diferenciaban de las demás personas. Sin embargo, resaltaba entre las multitudes por su presencia diferente y una energía fuerte que irradiaba, incluso los seres sin magia podían sentirse extraños cuando ella andaba cerca…
Pasó por alrededor de dos pueblos, antes de acercarse a Ciudad Central, que era el lugar donde sus sentimientos la guiaban, sin que ella lo supiera.
A su paso, se interpusieron dos hombres que no la querían dejar pasar. Antes de que Diana pudiera hacer algo, comenzaron a comentar entre ellos mientras ella se acercaba:
- Es ella, ¿cierto?
- Si, la misma. Su energía es innegable, ahora debemos matarla
Ambos voltearon al tiempo y se dirigieron a ella:
- Está bien. ¡Niña! No te resistas, después de todo no tienes a nadie para protegerte. Deja que nosotros hagamos nuestro trabajo y todo será rápido y sin dolor…
Ambos hombres sacaron unas dagas y se lanzaron al cuello de Diana. Ella susurra unas palabras, “kebrantum terra”, y justo antes de tocarla, el piso se quebranta y las piedras vuelan a 4 metros de distancia de ella y 3 metros de altura, lanzando a los hombres bastante lejos…
- Son pequeños tropiezos para una gran responsabilidad, no puedo perder más tiempo, debo marcharme… - Dice Diana antes de continuar su camino.
Justo antes de pasar entre los cuerpos de los hombres inconscientes, aparece una figura… Era una mujer… Y es una elfa, no sé cómo lo notó, pero Diana lo sabía…
- Muchacha, creo que te subestime con estos viles ladrones… ahora enfrenta a ¡LOS LADRONES!
Los dos cuerpos se levantaron, empezaron a incorporarse, sus ojos eran rojos ahora, la mirada era fija y a pesar de que físicamente no se modificaron mucho se emanaba una energía muy fuerte de ellos. Ahora eran ogros…
Diana empieza de nuevo a concentrarse, una luz se comienza a irradiar del báculo que poseía, ella toma una posición de batalla, como si supiera que hacer. Uno de los hombres se lanza sobre ella y con un golpe del báculo ella logró arrojarlo al piso; el segundo, mientras se encontraba distraída, la toma por detrás, ella simplemente pronuncia algo y una ráfaga de viento lo tira a la distancia.
Todo parecía estar bien pero los hombres se paran de nuevo… Y atacan juntos.
Diana simplemente tomó su báculo, esquivó el primero y lo golpeó a uno en la cabeza. El hombre no cae al suelo, solo se soba la cabeza y continúa atacando. Al ver que su ataque no funcionó, Diana entra en pánico, no puede creer que haya fallado su hechizo.
- Pero… ¿¡Cómo!?
- ¿Lo ves? Eres buena, lo admito, pero no lo suficiente… ¡Mátenla!
Uno de los ogros golpea en él estomago a la pequeña elfa y ella cae, no tanto de dolor sino porque se sentía indefensa, ya nada podía funcionar…
- Diana… - Se escucha una voz en su cabeza.
- Sé que puedes contra ellos, solo concéntrate en el báculo que te dejé… Yo te ayudaré…
Sin entender mucho, Diana se incorpora, los hombres estaban listos para atacar de nuevo… Pero ella simplemente cierra sus ojos y empieza a meditar. No pronuncia palabra alguna… Así que los hombres, como animales, se lanzan sobre ella. Justo ahí, el piso se abre tragando a los dos hombres y cerrándose de nuevo, acabando con ellos.
- Mmmm… Nos volveremos a ver pequeña Elfa… Pero por hoy has ganado un poco más de vida.
La mujer se retira, desaparece con el viento luego de decir estas palabras.
Diana cae al suelo agotada por su hazaña. Quien escuchó en ese momento crítico, era su madre, la cual había depositado su esencia en el báculo y la protegerá y guiará a través de todo el viaje. La magia de Diana ahora era mayor, ya que sabía que su madre estaba con ella, pero por ahora simplemente descansaba en el pasto donde la naturaleza la vigila y cuida, evitando así ser dañada.
A la mañana siguiente, Diana despierta en una casa. Era un cuarto sencillo, una cama, paredes de madera y sin decoración, una pequeña mesa acompañaba la vacía recámara. Sin saber nada, baja las escaleras donde la esperaba un plato de comida, un hombre muy amable le cuenta que la encontró en el bosque y no podía dejarla ahí, así que la trajo a su casa:
- Gracias. Pero… ¿Dónde estoy?
- Esto es una casa en las afueras de Pueblo Central. Pero no te preocupes, come y recupérate, que por lo que veo vienes de muy lejos y estás en un viaje importante.
El llamado para Diana se hizo más fuerte. Sabía que ahí había algo… Pero, ¿qué?