Diana agradece a la familia que la recogió, se despide de ellos con una hermosa sonrisa en su boca y sale de la casa siguiendo eso que la atrae tanto, y que aún no podía saber que era…
Al caminar por la ciudad, se siente observada… Pero al voltear, no ve a nadie, solo personas normales que no están muy concentrados en su presencia, citadinos o pueblerinos, pero nadie que pudiera amenazarla. Simplemente pensó que por el suceso que aconteció hace poco, el ataque de los dos hombres, podría estar un poco preocupada así que siguió su camino.
Recorrió durante todo el día el pueblo. El llamado era tenue… Ya no podía percibirlo muy bien… Llegó a pensar que salió de su casa por una simple ilusión. De pronto, siente un calor intenso en su pecho y un llamado fuerte… Mucho más fuerte que nunca. La dirección hacia donde correr la savia; sin pensarlo dos veces corrió hacia adentro de los bosques cercanos a encontrar lo que tanto la llamaba. Al llegar a un acantilado, observó a un dragón a lo lejos que atacaba a un joven guerrero acompañado de un ninja. Podría decirse que el guerrero era un Paladín, pero no estaba segura, simplemente sabía que tenía que hacer.
Adam y Sebastián se encontraban luchando contra el dragón. Poseían muchas heridas en el momento, ya que les era imposible acabar con él. La pelea había sido ardua y aún así el dragón parecía que no le hacía daño nada. Adam había saltado varias veces entre los árboles para atinar el cuello del dragón. Pero estos animales no solo eran grandes, sino inteligentes; en todas las ocasiones fue derribado con un cabezazo o un golpe de las alas majestuosas de la bestia. El Paladín había ya recibido serias quemaduras en sus manos, y su magia curativa lo tenía agotado… Si volvía a recibir otro ataque de fuego, esta vez la herida sería permanente… Por ello, llegaron a pensar que estaban perdidos, incluso se escuchó esta frase por Sebastián:
- Sé que no eres malo pero… Si distraes al dragón contigo, él te comerá y te aseguro que lucharé en tu honor…
- Claro, como no, ¿por qué no más bien te sacrificas tú? – Contestó Adam con un tono de voz sarcástico.
- Soy muy joven para morir.
- Como si eso le importara al dragón…
Las cosas se ponían feas… Para dos novatos era imposible ganar…
En un momento de la noche, cuando estaban en medio de la lucha y el agotamiento, llega una mujer. Adam y Sebastián simplemente observan como ella se posa delante de ellos. Con una actitud muy calmada, cierra sus ojos y se concentra… El piso bajo el dragón comenzó a quebrantarse y el dragón comenzó a caer por el acantilado… Finalmente un silencio profundo inundó la zona. Ambos guerreros acudieron donde ella. Al observar de cerca, era una chica con un traje de cuerpo entero, figura marcada, un cinturón de color blanco rondaba su cintura; el traje tenía una capucha que cubría su cabeza; poseía una piel blanca, era medianamente baja de estatura, labios rosados, una mirada profunda y penetrante con sus ojos negros que se perdían en la noche y parecían devorarlos, sin embargo se sentía una tranquilidad al estar cerca de ella.
- Gracias… – Dice Sebastián.
- ¿Quién eres? - Pregunta Adam.
- Soy Diana… solo busco la verdad de…
En ese momento sale el dragón volando del acantilado y se posa frente a ellos, arroja una ráfaga de fuego que es cubierta por una ráfaga de aire producida por Diana.
-
Genial, el dragón tenía alas y no eran de adorno, ¿por qué nadie lo recordó? – Dice Sebastián un poco decepcionado.
- Dominas magia, ¿cierto? - preguntó Adam intrigado a Diana.
- Así es… ¿Tú eres un ninja no? – Contesta Diana.
-
Si, pero las presentaciones para después… primero acabemos con el dragón… – Dice Sebastián
- He escuchado que el ataque más poderoso sobre un dragón es la fuerza de la magia… - Dijo Sebastián
- Bueno, en ese caso, tengo una idea… - Dice Adam…
Adam se queda mirando fijamente a Sebastián como quien recordara aquellas palabras que él había mencionado con anterioridad.
- En qué estás pensando… No, ¿Qué? ¡No haré eso!
- ¿Por qué no? Confía en mí, ¿tú no dijiste que estas bestias eran tu especialidad?, además eres el mejor para atacar solo…
- Bueno, si lo pones de ese modo…
Sebastián corre atrayendo la atención del dragón e intenta atacar por el costado. El dragón simplemente agita sus alas y con el aire que produce manda contra los árboles al joven Paladín…
- ¡Ahora! – Se escucha el grito de Adam.
Diana concentra su magia en la espada del ninja, el cual usando su agilidad se lanza contra el dragón. Cuando este se dispone a lanzar una bola de fuego contra Adam, Diana produce una ráfaga de energía que impulsa al joven ninja sobre el dragón llevándolo a su espalda. En ese momento clava su espada, y corta por su lomo…
Se escucha un alarido ensordecedor. Mientras gritaba de agonía el Dragón, enfurecido, manda su garra contra la maga que se petrifica de miedo ante la imponencia y la ira de la bestia.
- (quienes están cerca de mí siempre salen lastimados… la historia no se puede repetir) – el pensamiento cruza su mente, los sentimientos inundan el corazón de Adam…
Un silencio absoluto… Diana seguía en pie. Solo observo como el cuerpo de Adam caía por el acantilado después del furioso golpe del dragón… Sin pensarlo dos veces… Sebastián clava la daga en el cuello del dragón y da el golpe final, donde este cae al fin…
Diana, al salir del shock, camina hacia el borde del acantilado… Aún tenía la esperanza de que viviera el hombre que se sacrificó.
- Es imposible que sobreviviera, incluso para él… – Dice Sebastián tratando de distraer la atención de la chica.
- Lo sé… pero no era un hombre ordinario – contesta Diana con la mirada perdida en el abismo.
En el cuerpo del dragón, bajo las escamas que rodeaban su cabeza, como detrás de donde irían sus orejas, algo brillaba… Era una gema negra. Diana la tomó y la guardó comprendiendo que eso era lo que la llamaba. Ahora sabía que tenía que continuar…
Diana intentó entonces retornar al pueblo, debía descansar antes de continuar su viaje. Al caminar sintió que Sebastián la seguía:
- ¿Sucede algo? – Diana pregunta dándose la vuelta y con una mirada tierna preguntando al guerrero que la sigue.
- No puedo permitir que andes sola por ahí… – contestó Sebastián con una voz tímida.
- Si quieres ven conmigo, pero puedo cuidarme sola…
Sin decir una palabra más, continuaron juntos hacia el pueblo. Ambos lamentaban la pérdida de aquel guerrero que acababan de conocer, pero debían continuar.
En el pueblo, se acercaron a un hotel, en el cual el recepcionista los recibió alegremente, agradecido por haber acabado con el monstruo que no permitía la llegada de sus clientes. Les ofreció comida y hospedaje por la noche como recompensa, cosa que Diana y Sebastián aceptaron sin dudarlo. Al otro día en la mañana, tomaron algunos víveres que los habitantes de la ciudad de las cercanías habían recogido para los héroes que habían salvado la ciudad y continuaron juntos de nuevo hacia el norte, sin saber a qué se enfrentarían…..
Pasaron dos días sin encontrar nada. Ni pueblos, ni ciudades. Algo sospechoso sucedía… Era como si caminaran en círculos… De pronto, apareció un hombre con una apariencia tenebrosa y siniestra…
- “¡Bienvenidos! Este es el valle de la muerte… no hay salida a menos que me derroten… ¡Mi nombre es Diego, el hechicero!”.